Like many, I have been doing a lot of reflecting and self-evaluating over the past 6 months. I have stayed home, with the exception of 3 occasions (once to the post office, twice to my empty classroom), since March 12th, so I have definitely had time to think. But this post is not about that particular choice. That choice has definitely had its consequences (we believe the positive outweighs the negative in our case), but the choice that has been at the forefront of my mind over the past few months is a choice I made over 30 years ago. I was fifteen years old.
I was living in a small town in rural Minnesota, when I learned that I would have a choice the following school year of taking German or Spanish. I chose without hesitation. Spanish.
My soon-to-be Spanish teacher had made a choice that year, as well. She agreed to be the school’s Spanish teacher. She was fluent in Portuguese, which is similar to Spanish, but she had a heart for sharing languages and was fully capable of transferring her skills in order to teach us Spanish. More than capable, she was willing.
I was a willing and eager student in her class. I thoroughly enjoyed it, and a few years later when I entered college in Chicago I was excited to continue my studies in Spanish. That led to my going to Mexico for a semester, which led to my majoring in Spanish, which led to more time living abroad, which led to my marriage to my Spanish-speaking Mexican husband, all of which led to fluency in Spanish, among other things.
This summer, as I contemplated my future in the classroom amid Covid-19 and uncertainty about reopening plans, I admit I felt quite a bit of pressure. But underneath it all, I was not panicking, because I knew I would have choices that would allow me to stay home if I wanted to and still pay our bills. Why? Because I am bilingual.
I am bilingual because of my choices, which were aided by other people’s choices. My first Spanish teacher, my college roommate (whose cancellation on the semester abroad experience opened a spot for me), the language school’s choice to hire me (that’s where I met my husband), and the list goes on.
I like to think that my choices are also helping others have choices, as well. Seeds planted in people’s minds, lessons taught to students, discussions about culture and music and diversity…who knows how large one’s impact can be.
But it’s not necessarily the big choices that make the biggest difference. The day-to-day, moment-by-moment decisions we make are the ones that shape our lives and the lives of people around us. When we show up intentionally, for the good of all, our choices have a positive ripple effect. Ultimately, those choices can end up making all the difference for us in the long run.
Becoming bilingual isn’t something that came without effort on my part. But because of that effort, I have peace of mind during a pandemic. That’s pretty big.
I am grateful, and I am making the choice to pay it forward by teaching Spanish to others.
This post is dedicated with love to Vicki Larson, my first Spanish teacher.
La Decisión es Tuya
Como muchas personas, durante los últimos 6 meses yo he reflexionado mucho sobre el estado del mundo y sobre mi propia vida. Me he quedado en casa desde el 12 de marzo, con la excepción de 3 ocasiones (una vez a la oficina del correo, y dos veces a mi aula vacía), y entonces he tenido mucho tiempo para pensar, eso sí. Pero esta entrada de blog no se trata de aquella decisión. Es decir, la decisión a quedar en casa sí ha tenido sus consecuencias (nosotros creemos que el positivo sobrepasa el negativo), pero la decisión que ha estado en el frente de mi mente es una que tomé hace mas que 30 años. Yo tenía 15 años.
Yo estaba viviendo en un pueblito en una parte rural de Minnesota, cuando me enteré que yo tendría una opción durante el próximo año escolar. Podría tomar o clases de alemán, o de español. Yo escogí sin hesitación. El español.
Mi maestra de español también se había tomado una decisión. Aceptó un puesto con nuestra escuela como maestra de español. Ella hablaba con fluidez en portugués, que es similar al español, pero ella tenía un corazón abierto para compartir lenguajes y era capaz de transferir sus habilidades en portugués al español para poder enseñarnos. Mas que capaz, era dispuesta.
Yo fui una alumna dispuesta y anhelante en su clase. Lo disfruté completamente, y pocos años después cuando entré a la universidad en Chicago estuve emocionada para seguir con mis estudios en español. Eso me llevó a ir a México por un semestre, lo cual me llevó a escoger al español como mi especialidad, lo cual me llevó a vivir por más tiempo en México, lo cual me llevo a conocer a mi esposo, quién es Mexicano… todo lo cual condujo a la fluidez en español, entre otras cosas.
Este verano, mientras contemplaba mi futuro en el aula en medio de Covid-19 y la incertidumbre sobre los planes de reapertura, admito que sentí un poco de presión. Pero en el fondo, no estaba entrando en pánico, porque sabía que tendría opciones que me permitirían quedarme en casa si quería y aún ayudar a pagar nuestras facturas. ¿Por qué? Porque soy bilingüe.
Soy bilingüe debido a mis decisiones, que fueron ayudadas por las decisiones de otras personas. Mi primera maestra de español, mi compañera de cuarto de la universidad (cuya cancelación en el semestre en el extranjero me abrió un lugar en la lista), la decisión de la escuela de idiomas para contratarme (ahí es donde conocí a mi esposo), y la lista continúa.
Me agrada pensar que mis elecciones también ayudan a los demás a tener opciones, también. Ideas sembradas en las mentes, lecciones dadas a los estudiantes, discusiones sobre la cultura y la música y la diversidad… pues, ¿quién sabe que tan grande puede ser el impacto de uno?
Pero no son necesariamente las decisiones grandes las que hacen el impacto mas grande. Las que tomamos día a día, momento a momento son las que forman nuestras vidas y también las vidas de las personas a nuestro alrededor. Cuando llegamos con intención, por el bien de todos, nuestras decisiones hacen un efecto positivo al mundo. Últimamente, esas decisiones pueden resultar en hacer el impacto más importante a largo plazo.
Volverme bilingüe no fue algo que logré fácilmente y sin esfuerzo. Pero es por ese esfuerzo que ahora tengo paz durante una pandemia. Eso es algo fuerte.
Estoy agradecida y estoy tomando la decisión de pagarlo enseñando español a otros.
Esta entrada es dedicada con amor a Vicki Larson, mi primera maestra de español.